El VIENTO SE LEVANTA. LA DESPEDIDA POR TODO
LO ALTO DE DIOS MIYAZAKI.
Se nos
va Miyazaki como director. Lo echaremos de menos, pero se nos va por la puerta
grande y de la mejor forma que sabe, haciendo películas de calidad soberana. Y
sobretodo, dándonos su última sorpresa como director, haciendo un cambio
radical en el tipo de cine que ha marcado toda su filmografía a lo largo de los
años, sin por eso, perder un ápice del buen cine al que nos tiene acostumbrados.
“El viento se levanta, hay que vivir”.
Así reza esta frase del poeta francés Paul Valery, que va a servir de
inspiración para la trama y el guión durante toda la película. Un biopic sobre
la vida del ingeniero aeronáutico Jiro Horikoshi. Un drama sumamente bien
rodado y una grandísima película histórica. Pero una película para adultos. Sí,
por primera y última vez en su filmografía Miyazaki ha rodado una película
centrada mucho más en el público adulto que en el infantil. Tanto es así, que
bien podría haberse rodado esta película sin ser una película animada, de
imagen real y no hubiera perdido por ello nada de todo lo que la hace grande.
La
historia se centra en este ingeniero, al cual la historia lo reconocería sobre
todo por ser el creador de los aviones de combate japoneses Zero, que durante
la segunda guerra mundial, tanto terror causaron. Es una lástima que a gente
tan competente y visionaria como Jiro Horikoshi y otros muchos ingenieros
aeronáuticos se les conozca por el mal uso que la gente da a sus creaciones.
Esa es una reivindicación muy patente que durante toda la película se pone de
manifiesto gracias al genio de Miyazaki.
A Jiro
le encanta volar, y aunque no esta llamado a ser un buen piloto, si que esta
llamado a diseñar grandes aviones y a hacer despegar la tecnología e industria
aeronáutica de su país, sumamente retrasada respecto a la occidental. A través
de los sueños, muchos de ellos premonitorios, Jiro vera como su trabajo se
usará para la destrucción, pero también conocerá a otros grandes ingenieros con
los cuales compartirá deseos y sueños de fabricación de grandes aviones.
Jiro es
un idealista y a lo largo de toda la película, que abarca gran parte de su
vida, nos mostrará su gran pasión por los aviones, pasión que no es casualidad
que comparta con el director de esta película, Miyazaki. El cual nos ha hecho
gala de ello a lo largo de toda su filmografía, mostrándonos incluso el mismo
cielo de los aviones que aparece en la grandiosa Porco Rosso.
La
pasión de Jiro y su historia nos llevará por los años previos a la segunda
guerra mundial. A través de intercambios, Jiro visitará la Alemania previa al
ascenso de Hitler y pasará de puntillas delante de otros grandes eventos de la
historia. Pero la historia que nos cuentan no es esa, sino la de la pasión por
construir aviones de Jiro. Sin dejar por ello, de mostrarnos la película una
crítica velada y muy inteligente a la guerra y a sus consecuencias. Con lo
cual, el mensaje pacifista de Miyazaki está ahí, como en el resto de sus películas.
Miyazaki
se emplea a fondo y no nos deja sin contar nada de la historia de Jiro, desde
su juventud, su aprendizaje y estudios, su edad adulta pasando a trabajar a la
fabricación de aeroplanos en la fábrica de Mitsubishi, así como el conocimiento
del amor y la culminación de su sueño dorado. Dicho esto, no es de extrañar que
la película dure tanto tiempo, pero merece la pena. Puede que a algunos les
gusté más la primera parte de la misma basada en la juventud y el aprendizaje
de Jiro, al tener más ritmo. Puede que a otros les guste más la segunda parte
de la misma, más centrada en la edad adulta de Jiro y más pausada, en la que
los detalles técnicos de la construcción de sus aviones, así como su primer y único
amor toman el relevo. A mi particularmente me gustó toda.
Grandes
eventos se ven en la película, uno de los más llamativos es el gran terremoto
que provocó un incendio que prácticamente a principios del siglo XX arrasó
Tokio. Todo ello acompañado con unos efectos de sonido curiosísimos y sorprendentes.
Los coros vocales. Gran parte de los efectos de sonido de esta película están
realizados por coros vocales, lo cual en un primer momento os llamará la
atención. Pero al acostumbraros, veréis que es un gran recurso, ya que le da
una sustancia y una esencia a eventos naturales, como el terremoto que de otro
modo no tendrían. Con estos coros, el fuego es más terrible y da más miedo y el
ruido de los motores al arrancar un avión son más como de andar por casa. Una
maravillosa idea acompañada, como siempre, por el grandísimo Joe Hisaishi, que
como siempre realiza una gran banda sonora.
No me
acabo de hacer a la idea de que está sea la última película de Miyazaki, aún
tengo esperanza de que en el futuro nos pudiese dar otra sorpresa. Aunque hay
cosas en el cine de Miyazaki que ya no sorprenden y que los que disfrutamos de
su cine, siempre esperamos ver en sus cintas. Estas cosas, que también se dan
aquí a pesar de la historia son, su antibelicismo, su respeto por el medio
ambiente, la humanidad de sus personajes y el amor, como el verdadero poder que
hace posible todos los sueños.
En el
caso de Jiro, el ingeniero de esta película, el amor por su trabajo, por su
mujer y por hacer de este mundo un lugar mejor son el motor de su vida.
Independientemente de lo que luego hiciesen con su invención. Y es que los
militares, ya sean alemanes o japoneses no quedan en muy buen lugar en esta
película. La chanza y la mofa de Miyazaki es tal, que llega a doblar sus voces
como si fuesen un galimatías. Jiro en las reuniones con la plana mayor del
ejercito a la espera de sus resultados, solo puede pensar en su mujer, y en las
ecuaciones matemáticas y materiales que tiene que emplear en el desarrollo de
su avión proyectado; mientras un galimatías de ladridos de perro o palabras sin
sentido, salen de las bocas de los militares y políticos, como si fuesen
animales estúpidos. Cosa que se verá reforzada durante el resto del metraje.
El
viento se levanta. Que gran película. No la mejor, pero si de notable altísimo
casi sobresaliente. Si pueden verla, por favor, no se la pierdan, merece la
pena. Cine de CALIDAD, con mayúsculas.
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