martes, 8 de julio de 2014

Entre estafadores anda el juego.



LA GRAN ESTAFA AMERICANA. O EL LARAZILLO DE TORMES MODERNO.
La gran estafa americana es una gran película. Bebe de las fuentes de clásicos de toda la vida como EL GOLPE. Pero por favor, las comparaciones son odiosas. En este caso los estafadores en cuestión no buscan un refinado engaño para vengarse de las personas que mataron a un amigo. Si no que solo son un par de personas que se encuentran y que se enamoran. Un par de personas que se merecen el uno al otro. Un par de personas que se enamoran y cuya visión de la vida es absolutamente idéntica. Dos supervivientes que harán lo que sea para sobrevivir y salir bien parados de una situación que ellos no buscaron pero en la cual les han metido. Dos estafadores que no buscan venganza como en el golpe, sino una salida digna y de paso salir con vida de ella. El blanco y el negro no existen, ellos viven en un mundo gris. Unos lazarillos de tormes modernos, que al igual que nuestro personaje literario, usarán la astucia, la labia y el engaño para intentar medrar.
En ese sentido, La gran estafa americana es un canto a la supervivencia a costa de otros. Unos personajes que han sido victimas durante gran parte de su vida y que de un día para otro deciden, que ya se acabó lo de ser víctima de nadie. Nadie se aprovechará de ellos y en cualquier caso, ellos si lo harán de los demás. Pero siempre a una pequeña escala, sin abarcar demasiado y con el lema de más vale pájaro en mano que ciento volando. Por desgracia no todo el mundo comulga con esa forma de vivir. Gente que aspira a medrar y que busca el poder los obligará a tomar caminos que de otra forma no hubiesen recorrido nunca y que les pondrán en una situación crítica, en la cual tendrán que usar todas sus facultades afinadas y practicadas hasta entonces para sobrevivir.
Al igual que en “La hoguera de las vanidades” de Tom Wolfe, aquí impera el sálvese el que pueda, en esta película se puede ver un compendio de las más básicas tentaciones del ser humano, es una oda a la corrupción y a aquellos que se aprovechan de los que necesitan de esa corrupción simplemente para sobrellevar su vida diaria.
La historia se centra en el personaje de Christian Bale, un lazarillo de tormes moderno, cuyo lema es sobrevivir, ya sea desde la más tierna infancia rompiendo a pedradas todos los cristales del barrio en el que vive, para así fomentar el negocio de cristalero de su padre, ya sea en su edad adulta engañando y estafando con arte falsificado o con prestamos de dudosa procedencia. Todo ello para mantener a su familia y sus negocios y siempre a pequeña escala. Todas las peripecias de este personaje en los años 70 y 80 son bastante entretenidas durante toda la película. Si a ello añadimos una ambientación de la época simplemente alucinante, ya tenemos un peliculón.
Centrándonos un poco más en la película, vayamos a los hechos. Es una gran película, con un plantel de actores que están soberbios y que quitan el hipo, como Christian Bale, Bradley Cooper como un obsesionado agente federal, Amy Adams que está tremendamente buena más incluso que Jennifer Lawrence y eso ya es decir mucho. Que la crítica y el público coincidan, no se da en muchas ocasiones, en este caso sí. Y además lo demuestran sus 10 nominaciones a los Oscars (de las gordas) o sus 7 nominaciones a los Globos de Oro, de los cuales creo que ganó 3, mejor película, actriz y actriz secundaria.
El director David O Russell nos ofrece una película entretenidísima y además con mucha calidad. Prácticamente parece más una película de Scorsesse que otra cosa. La trama está basada en hechos reales que sucedieron durante los años 70 en EEUU, los actores están sembrados, la dirección es muy buena y también la producción y el guión. La ambientación mola un montón y además es esa época tan chula, que ya de por si te absorbe. Resultado, un peliculón que se pasa literalmente volando. Se me hizo cortísima como creo que se les hará a todos ustedes si se animan a verla. Sin lugar a dudas uno de los mejores estrenos de este año junto con la del “Lobo de Wall Street”. Y no es de extrañar viniendo del mismo director que ya cosechó tanto éxito hace tan poco tiempo con “El lado bueno de las cosas”.

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